2009/08/21

El mensaje♥♥♫♫♪




Luciano no veía la hora de salir del trabajo. Cuanto más tiempo pasaba en esa oficina, más oprimido se sentía. Era como una boa que se iba aferrando de él y, desde los pies, lo iba engullendo entre sus músculos fríos y prepotentes. Hoy era uno de esos días malos. En general, a él le gustaba su trabajo y Dios sabía que era absolutamente suficiente para hacerlo bien, e incluso a veces se sentía sobrecalificado.

Al fin y al cabo, no cualquiera es capaz de hacer conciliaciones bancarias. Es una tarea que exige mucha concentración y a veces un poco de creatividad: identificar que el cheque X se condice con el registro Y en el extracto del Banco Comafi.

Esa tarde se la había pasado escuchando música y marcando con sus biromes de colores en las fotocopias de los extractos ( los originales los atesoraba de un modo casi avaro en una cajita cuadrada celeste que le habían regalado) ; y si tuviese que hacer una presentación, digamos a un gerente ( cosa que nunca había ocurrido, pero había que estar preparado para una eventualidad), él podría agarrar los extractos originales, y escribirlos con una lapicera de pluma Mont Blanc que descansaba en su portalápices, una pluma casi virgen de rasgos.

Sonaban los Rolling Stones ( Esa tarde había sido una tarde stone, sí señor) y él no paraba de mirar la hora. Se le habían dormido los pies, de tanto estar con las piernas cruzadas concentrado en sus papeles.

Cuando se hicieron las seis, Luciano se levantó disparado como un corcho de champagne, y se puso en movimiento, se calzó su mp3 en los oídos para aislarse del medio, se puso su bufanda al cuello, la campera, saludó a todos con un beso ( es la costumbre en esa oficina claustrofóbica donde todos estaban tan cerca de todos) y salió a la calle.

Cuando estaba en el ascensor, a la altura del segundo, le sonó el teléfono. Era un mensaje. Se quitó uno de los auriculares del oído ( no se sabe para qué, no había que oír nada, sino leer) y abrió su celular.

El sms decía:

"quiero aclararte algo: está todo bien con vos, pero yo estoy muy enamorada de mi novio, y no quiero hacer nada que pueda si quiera dar un mínimo lugar a perderlo a él y a lo que tenemos. No va a pasar nada entre nosotros, yo te siento un amigo solamente".

No era para él.

Se dio cuenta inmediatamente por dos motivos: uno, no venía de ninguno de sus contactos; dos: que él recordase, no había estado cortejando a nadie. Pero a él le pareció interesante. Más allá del error ortográfico ( "siquiera" se escribe todo junto, no separado como lo había escrito ella) la prosa no estaba mal. Era contundente, terminante, pero conservaba cierta clase de cuidado en la elección de las palabras.

Luciano leyó otra vez el mensaje y sonrió. ¿Quién sería? ¿Quién hubiera sido capaz de enviar un mensaje de este tipo y no verificar una y otra vez que fuese a la persona correcta?

Él, que hacía conciliaciones bancarias, sabía lo importante que es adjudicar a cada uno lo que le corresponde... la aplicación brutal de la justicia platónica. Si el cheque que se le pagó a A, era adjudicado a B, pues se le podía pagar dos veces a la misma persona; o peor aún: podría no pagársele a alguien que lo mereciese.

Como le ocurrió a él. Recibió un rechazo que no se merecía.

Pero volvió a pensar. Probablemente la chica en un arranque de terror ( su novio seguramente le miraría los mensajes a escondidas) borró al susodicho pretendiente de sus contactos, y luego escribió el número de memoria para despedirse de él.

Entonces, decidió defenderse de eso. Tomaría el lugar del rechazado, sólo por una vez. Sólo por intentar rescatar al indefenso.

Carraspeó. Pensó.

Y le contestó:

"No me parece justo esto. Primero que nada creo que al menos debieras habérmelo dicho cara a cara. Y segundo, no creas que me voy a quedar así. Te quiero y voy a pelear por vos. "

Salió el mensaje.

Se quedó mirando el teléfono como si supiera que iba a responder enseguida. Pero no lo hizo.

Se subió al 23, pagó su boleto y empezó a viajar, sin dejar de escuchar la radio.

Cuando llegó a casa y subía en el ascensor ( pareciera que los mensajes de ella siempre llegaban en el ascensor) ella respondió:

"Estás enojado? "

La respuesta de él salió disparada justo antes de meter la cerradura en la puerta.

"No, no estoy enojado, estoy triste. Me dijiste que no eras feliz con él, pero sin embargo querés seguir adelante con eso. "

Entró a casa, y puso la pava para tomar unos mates, mientras encendía la tele. Su compañero de de departamento estaba de viaje, en La Pampa. Así que tenía la casa para él solo. Puso los pies sobre la otra silla y empezó a relajarse. El día había acabado y comenzaba el rato que él disfrutaba. Miraba a Pettinatto, pero no se reía. No le importaba otra cosa que la respuesta de ese teléfono.

Hasta que llegó.

"Es verdad lo que decís, pero yo lo elegí. Yo quise estar con él. Lo busqué, lo conquisté y lo encontré. Tengo que ser consecuente".

"Consecuente"... brumosa palabra. ¿Quién sería? ¿Qué edad tendría? Si hablaba de "novio", digamos que veintipocos, hasta treintimuchos. La imaginó con el pelo rizado, castaño, una nariz pequeña y respingada, unos ojos verdes o miel; una persona joven que sin embargo ha vivido.

Le contestó:

"Él es un tipo muy afortunado. Demasiado. No sabe lo que tiene al lado. Sin embargo, yo siempre preferiría estar con alguien que sepa qué clase de persona soy, lo que siento. Alguien que quiera un futuro conmigo, y no alguien que viva tan desprejuiciadamente el momento; o que no me trate como es debido".

Luciano escribía esto con conocimiento de causa. Había estado allí, en el lugar de ella. Sintiéndose deshonrado, infravalorado, incomprendido.

La respuesta no llegó hasta entrada la noche.

"Me llamás? "

Luciano miró el teléfono.

¿Cómo saldría de ésto? ¿Cómo explicarle a ella que él no era la persona que conocía? ¿Cómo contarle sus propios sentimientos y no los de otro?

Porque de repente leer sus mensajes era como escuchar su voz. Una voz que lo rechazaba suavemente, dando la posibilidad de invitarlo a pelear por ella. ¿Cómo le explicaría que todo comenzó con un error involuntario, una jugada del azar que le envió un mensaje que no correspondía, de una mujer que no lo conocía, pero a la que tal vez podría amar?

No, no podría explicarle eso. Es imposible.

Sin embargo empezó a marcar el número de ella.

fue un sueño?♫♫



Acaso vamos de la noche al día, cual péndulo que columpia nuestras vidas o, como el cazador que al voleo tira la honda para atrapar la pieza.

Acaso, extenuados buscando el cruce de caminos que el destino trazó con una línea invisible para que la viéramos solo hasta ahora.

Acaso arrebatando trozos al tiempo en medio del huracán enceguecido sobre nuestros cuerpos abatidos esperando al mensajero.

Acaso la “Vida” que llegó para suplicar piedad a Cronos para que la deje manipular el reloj y lograr que los días y las noches sean eterno claro oscuro sensual que cubra con un velo todos los parapetos encontrados al paso.

Acaso entrecerrar los ojos y mirar en un atardecer la cópula mágica del Sol sobre la mar, allá en la línea del horizonte.

Acaso viviendo estos delirios en extremo desvarío, tal vez encuentre las sendas que me acerquen a ese faro…

Acaso jamás o, ¿Acaso por siempre?

¡Me rebelo!

Todo mi ser gime.

Mis sentidos desbocados no pueden estar en sumisión eterna. Mi mente razona con ardor que ha llegado la hora de la asonada. Todos mis deseos en posición de avanzada armados hasta los dientes pujan por dar la pelea y romper las barricadas.

¡Basta ya!

Siempre negándome todos los gustos, siempre guardando mi puesto de jefe de ruta. El Capitán no debe abandonar la nave sino de último, cuando haya protegido a todos. Pero “esos” están a salvo, ahora la que importa soy yo, ser desnudo, temblando, exigiendo, hambriento, plañendo con todas las ansiedades. Desgarrando mi piel…

Hembra completa, sensual, definitivamente a la intemperie…

¡Llegó la hora!

Es la vida eterna o la muerte simplemente…

Y oí que una multitud reía a carcajadas. El viento me acariciaba. Me lamía excitado meciendo a su paso en un delicioso zarandeo las hojas de las palmeras.

Sentía que mi cuerpo se excitaba… Tendida sobre la arena me había quedado dormida. Desperté cuando ya era casi oscuro. Unas pequeñas gotas de agua cayeron sobre mi cuerpo, abrí un poco los ojos y me vi desnuda. Sí, estaba completamente desnuda. Solo me cubría un poco los senos mi larga cabellera enmarañada, como si la pelea con el tiempo hubiese sido cierta. No podía dilucidar qué era real y qué era sueño.

Sentí por todo mi cuerpo y en mis labios las huellas de un fogoso encuentro. De pronto volteé la cabeza y, allí, a mi lado, reclinado sobre un brazo estaba él, ese que se había deslizado en sueños haciéndome gemir versos. Lo reconocí al instante. Me sonreía, me acarició el rostro. Alisaba mis cabellos, se inclinó lentamente, tomó mis labios…. Y…. definitivamente desperté… mi cama tenía el olor de la sal de mar y las huellas de un visitante.

Ojalá la próxima vez pueda embrujarlo para poder atarlo por siempre a mi cuerpo, a mi vida.

¡Hacerlo mío totalmente!

♥♥♥ te besare♥♥♥



Te besaré dulcemente y tomaré tu cuerpo, suavemente,
acariciándome lentamente. La noche nos invade de deseos
se posan tus manos, sin apuro, en lo más profundo de mi ser.
Nuestras voces susurran, nuestros cuerpos forman un sol ardiente
de pasión, creando miles de burbujas.
Exploras los espacios más íntimo de mi alma,
siento ansias locas de amarte, dibujar tu silueta
con mis besos. Será mi pensamiento la fantasía
en una realidad, cierro mis ojos y trato
de besar tus labios, tu imagen gira a mi alrededor
como alas abierta, abrázame, envuélveme
en tu manto de amor, para que me digas
cuanto me amas, embriaga mi piel rozándolas
con tus cariciasy tus besos llenos de placer..
. Yo te besaré amor, para que sepas, que
dulcemente te estoy amando.


como no tenia una foto de mi bisabuelo andaluz, a mano,puse imagenes de la web, el usaba un sombrero grande de paja, y era de baja estatura,, y siempre feliz,siempre,siempre estaba cantando, bailando...en cambio de mi bisabuela recuerdo su caracter fuerte, y una mujer muy grande,, era italiana...

mi bisabuelo andaluz!!!!!♫♫♫♪♥♥

Atravesaba la sombra de las parras y tras ellas, te encontraba entre los árboles con tu rostro curtido por el sol. Siempre te levantabas bien temprano, y sentándote en el patio dejabas que sus rayos acariciaran dulcemente tu piel. Allí arriba me parecías ser cualquier cosa menos un hombre, te veía como un ángel, perdido entre las hojas, rescatando las más tiernas, dulces y jugosas, las más grandes, siempre para mí...
Desde abajo te miraba, siempre desde abajo... Te observaba ensimismada como si de un cuento se tratara, como si fueses un dibujo maravilloso del que no me quería despegar. Cuando te percatabas de mi presencia, me mirabas, sin palabras... y yo te regalaba mi sonrisa, sin palabras...

Mientras, tus manos no paraban, casi a ciegas ibas dejándolas en el cesto de la bisabuela, un cesto que por cierto me encantaba, solía jugar con él, hasta que ella entre gritos me reñía:
¡Lo vas a romper!... ¡deja ya de jugar con él...!
Aunque no era partidaria de dejarlo así como así, no me quitaba ojo de encima hasta que lo soltaba, así que... no me quedaba más que entre dientes, dejarlo en el aparador.
Nunca entenderé qué cosa podía pasarle al cesto, nunca de nada lo llené, aunque para mí siempre estaba lleno de los frutos del bisabuelo andaluz, jugaba a ser él, a repartir su fruta, a venderla entre los pasillos de la casa, entre los mercados de mi imaginación, pero bueno según mi bisabuela... ¡su sitio vacío era el aparador! y yo para no enfurecerla más de lo preciso allí lo dejaba.
Te miraba bajar sorteando rama y rama, para mis adentros yo rezaba porque al suelo al fin llegaras y que ese sueño tuviese el final que debía tener, bajar con el cesto bien cargado, repleto de hermosísimos frutos amarillos. Mis ojos hacían chiribitas ante el cesto, con la luz del sol parecía contener bolitas de oro, me cegaba su color, su viveza... y tú lo llevabas entre tus manos como si de un tesoro se tratara, con orgullo, entre risas...
Acercándote el cestol, tomabas mi pequeña mano y nos marchábamos a la ladera del huerto, nos sentábamos en la tosca y seca tierra y sacando tu navaja afilada, trozos y trozos me dabas...
¡Qué dulzor! ¡Qué sabor!
Miro el frutero en la mesa del salón, y sigo viendo un buen kilo de ciruelas, pero ya no de las tuyas, tu ciruelo se secó cuando dejaste de encaramarte en sus ramas, y sigo viendo un buen kilo de ciruelas, pero no de las tuyas, porque lo bueno de las tuyas era ver como con tus manos, con tu calor, con tu amor, rebuscabas las mejores, para que siempre supiese que estaba en tu corazón.

mi compañera♫♫♪



La muerte viaja con nosotros, es una compañera que se cuelga de nuestro brazo desde el mismo momento en que nacemos.

A veces nos olvidamos de ella y esos son sin duda los mejores años de nuestra vida. Pero como todas las cosas tienen su tiempo, nuestra compañera no nos abandona y cuando nos habíamos olvidado de ella, cuando solo era eso que recordábamos de tarde en tarde, un buen día nos toca el hombro y nos dice, sigo aquí, nunca me fui y ahora vuelvo para quedarme.

Es entonces cuando aprendemos a valorar lo que de verdad importa, pero ya es tarde y hay que darse prisa en hacer las cosas que siempre habíamos dejado para mañana, sin darnos cuenta que el mañana ya paso.

Que no nos ocurra esto. Disfrutemos esta noche como si fuese la ultima.

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2009/08/10