2009/08/21

fue un sueño?♫♫



Acaso vamos de la noche al día, cual péndulo que columpia nuestras vidas o, como el cazador que al voleo tira la honda para atrapar la pieza.

Acaso, extenuados buscando el cruce de caminos que el destino trazó con una línea invisible para que la viéramos solo hasta ahora.

Acaso arrebatando trozos al tiempo en medio del huracán enceguecido sobre nuestros cuerpos abatidos esperando al mensajero.

Acaso la “Vida” que llegó para suplicar piedad a Cronos para que la deje manipular el reloj y lograr que los días y las noches sean eterno claro oscuro sensual que cubra con un velo todos los parapetos encontrados al paso.

Acaso entrecerrar los ojos y mirar en un atardecer la cópula mágica del Sol sobre la mar, allá en la línea del horizonte.

Acaso viviendo estos delirios en extremo desvarío, tal vez encuentre las sendas que me acerquen a ese faro…

Acaso jamás o, ¿Acaso por siempre?

¡Me rebelo!

Todo mi ser gime.

Mis sentidos desbocados no pueden estar en sumisión eterna. Mi mente razona con ardor que ha llegado la hora de la asonada. Todos mis deseos en posición de avanzada armados hasta los dientes pujan por dar la pelea y romper las barricadas.

¡Basta ya!

Siempre negándome todos los gustos, siempre guardando mi puesto de jefe de ruta. El Capitán no debe abandonar la nave sino de último, cuando haya protegido a todos. Pero “esos” están a salvo, ahora la que importa soy yo, ser desnudo, temblando, exigiendo, hambriento, plañendo con todas las ansiedades. Desgarrando mi piel…

Hembra completa, sensual, definitivamente a la intemperie…

¡Llegó la hora!

Es la vida eterna o la muerte simplemente…

Y oí que una multitud reía a carcajadas. El viento me acariciaba. Me lamía excitado meciendo a su paso en un delicioso zarandeo las hojas de las palmeras.

Sentía que mi cuerpo se excitaba… Tendida sobre la arena me había quedado dormida. Desperté cuando ya era casi oscuro. Unas pequeñas gotas de agua cayeron sobre mi cuerpo, abrí un poco los ojos y me vi desnuda. Sí, estaba completamente desnuda. Solo me cubría un poco los senos mi larga cabellera enmarañada, como si la pelea con el tiempo hubiese sido cierta. No podía dilucidar qué era real y qué era sueño.

Sentí por todo mi cuerpo y en mis labios las huellas de un fogoso encuentro. De pronto volteé la cabeza y, allí, a mi lado, reclinado sobre un brazo estaba él, ese que se había deslizado en sueños haciéndome gemir versos. Lo reconocí al instante. Me sonreía, me acarició el rostro. Alisaba mis cabellos, se inclinó lentamente, tomó mis labios…. Y…. definitivamente desperté… mi cama tenía el olor de la sal de mar y las huellas de un visitante.

Ojalá la próxima vez pueda embrujarlo para poder atarlo por siempre a mi cuerpo, a mi vida.

¡Hacerlo mío totalmente!

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