

Pero Jesús os dijo: "dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los que son como éstos es el Reino de los Cielos." Y después de imponeros las manos, se fue de allí.
Que la Virgen Bendita, que tuvo el gozo de traer y tomar en sus brazos al Hijo de Dios hecho niño, de verlo crecer en sabiduría, edad, y gracia frente a Dios y los hombres, nos ayude a cada uno de nosotros a dotar nuestros esfuerzos personales en nombre de los niños pequeños con una activa bondad, un atractivo ejemplo, y un amor entregado.
[El Papa habla 39/3, 1994,169]
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