
Tus besos se prolongan tatuados
en el sosiego inmortal de mi lengua.
Mis manos en el oleaje aventurero
de la marea revuelta atada a la cintura.

El ardor de la piel, transgresora y caprichosa
pregona el aroma de la rosa.
Con cada átomo de goce
voy pincelando en mis poros tu nombre.
Te escribo deseo en cada letra que rasguño
avivando el apetito y la sed
de yacer otra vez entre tus brazos.
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